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Si hay algo que aprendí en este viaje es que la vida se vive mejor con sal en la piel y el pelo fuera de control. Así que si tienes cinco días libres y ganas de perderte entre Ibiza y Formentera, te aviso: esto no es un viaje, es un antes y un después.

Dos barcos de alquiler, calas imposibles y un billete de vuelta que no queríamos usar. Aquí va la historia.

Día 1: Ibiza nos recibe con los brazos (y las olas) abiertos

Llegamos a Ibiza con un plan claro: playa, mar y mentalidad de vacaciones extremas. Pero antes de que la emoción nos hiciera saltar a cualquier charco de agua, fuimos directas a las calas más top de Ibiza.

📍 Cala Comte: clásica, pero impresionante. Arena dorada, agua turquesa y la sensación de que esto solo acaba de empezar.
📍 Cala Saladeta: un poquito más escondida y con ese aire salvaje que tanto nos gusta. Ideal para tumbarse al sol y olvidar qué día es.

La tarde la cerramos en Sunset Ashram, un chiringuito en Cala Comte perfecto para ver el atardecer con una copa en la mano y cero preocupaciones en la cabeza y nos preparamos mentalmente para el plato fuerte del día siguiente: nuestro primer barco de alquiler.

Día 2: Es Vedrà y nuestra primera noche en el mar

Madrugamos (bueno, lo intentamos) y nos dirigimos al puerto para recoger nuestro barco de alquiler por un día y una noche. Nada de ferris ni catamaranes llenos de turistas. Este barco privado era nuestro y lo íbamos a exprimir al máximo.

📍 Primera parada: Es Vedrà. Vale, no íbamos a ignorar esta mítica roca en medio del mar. Energía mística, vistas brutales y, según dicen, uno de los puntos con más magnetismo del mundo (nosotras solo sentimos ganas de tirarnos al agua). Dicen que es un lugar mágico y, aunque no sé si es verdad, lo que sí sé es que ver este islote desde el mar te deja sin palabras.
📍 Segunda parada: Atlantis. Es una cala secreta con piscinas naturales, perfectas para sentirte en un oasis privado. El acceso por tierra es complicado, así que llegar en barco fue un acierto total.
📍 Tercera parada: Cala d’Hort. Comimos algo a bordo, nadamos hasta la playa y nos quedamos un rato flotando, con esa sensación de «esto es demasiado perfecto para ser real».

Al caer la noche, decidimos que volver al puerto no era una opción. Nos quedamos a dormir en el barco fondeadas en una cala tranquila. No sé si ha sido la mejor decisión de nuestra vida, pero la sensación de estar en medio del mar, con las estrellas sobre nosotras y solo el sonido de las olas… eso fue otro nivel.

Día 3: Últimos chapuzones en Ibiza y rumbo a Formentera

Despertar en un barco de alquiler es un lujazo que todo el mundo debería probar al menos una vez. Nos preparamos un café en la cubierta, con la piel todavía salada y el pelo más enredado que nunca, y aprovechamos para darnos un último baño en aguas ibicencas.

📍 Cala Xarraca: una última parada rápida antes de irnos. Aquí el agua es tan transparente que podíamos ver hasta lo que habíamos perdido en la playa el primer día.

Devolvimos el barco de alquiler con una lagrimita en el ojo (porque sí, una se encariña rápido con estas cosas) y nos fuimos directas a Formentera en ferry.

Día 4: Nuestro propio barco de alquiler en Formentera (sin licencia, pero con actitud)

Aquí nos apetecía algo más sencillo, así que alquilamos un barco sin licencia para el día. No podíamos ir muy lejos, pero sinceramente, no hacía falta.

📍 Primera parada: Isla de Espalmador. Si alguna vez has soñado con una isla desierta, esto es lo más cerca que vas a estar. Arena blanca, agua de locos y cero estrés.
📍 Segunda parada: Cala Saona. Aquí el agua es una locura. Nos pusimos las gafas de snorkel y nos dedicamos a hacer turismo submarino como si nos fuera la vida en ello.
📍 Tercera parada: Ses Illetes. No hay foto en Google que le haga justicia a este sitio. Es como estar flotando en una piscina natural. Comimos a bordo, nos relajamos y disfrutamos de esas horas doradas que solo se viven en el Mediterráneo.

A las 18:00 devolvimos el barco (con la misma lagrimita de antes, no aprendemos). Pero el día no terminaba ahí. Nos fuimos a ver el atardecer en Ses Illetes, con un cóctel en la mano y la certeza de que no queríamos que esto acabara nunca.

Día 5: Despedida con sabor a mar

Último día en Formentera. No nos apetecía correr ni hacer grandes planes, así que lo dedicamos a disfrutar sin prisa.

📍 Playa de Migjorn. No tan famosa como Ses Illetes, pero con una vibra brutal. Arena infinita, chiringuitos tranquilos y un mar que te abraza como diciendo: «vuelve pronto».
📍 Faro de La Mola. Subimos hasta aquí para despedirnos como se debe. Desde lo alto, el Mediterráneo se extiende hasta donde alcanza la vista, y nosotras nos quedamos ahí, en silencio, asimilando lo vivido.

Después de un último baño, tocaba volver a Ibiza y tomar ese maldito vuelo de regreso.

¿Repetimos?

Mmm… a ver, ¿vivir cinco días entre Ibiza y Formentera, alquilar dos barcos y explorar calas y playas de otro mundo? La respuesta es obvia. Claro que repetimos.

Si alguna vez dudas en hacer un viaje así, aquí tienes tu señal: hazlo, sin excusas. Porque lo único de lo que te vas a arrepentir es de no haberlo hecho antes.

See you at sea. Always tousled, always happy. 🌊⛵✨

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